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La barbacoa nunca será desplazada de nuestros momentos de ocio, el comer es un placer, solo de pensar en sus cualidades y virtudes se nos hace la boca agua. Pero es mucho más, es esa cervecita fresca en una mano, mientras con la otra damos vuelta a las chuletillas. Es tranquilidad, alegría, diversión,  amistad, es ese momento en el que por nuestras mentes deja de haber estrés y ansiedad. Pero también podemos aplicar esa célebre frase que viene a decir que en la variedad está el gusto. Por eso os proponemos dos alternativas para compartir esos momentos de reunión con los amigos diferentes a la clásica barbacoa; la raclette o la fondue.

La raclette: un plato social

El raclette es un queso suizo proveniente de la región del cantón suizo de Valais y ‘La raclette’ es un plato tradicional de esta zona que surge como una forma de consumir dicho queso. El plato consistía en acercar el queso al fuego o a unas brasas para que este se derritiese y se echaba sobre otros alimentos como patatas cocidas las cuales se hacían también a la brasa. Este plato ha tenido una gran aceptación no solo en Suiza sino en otros países como Francia, en el cual es muy habitual que podamos disfrutar de este plato casi en cualquier lugar.

Hoy en día para disfrutar más cómodamente de estos platos existen unos aparatos eléctricos con compartimentos individuales acompañados con sus pequeñas sartenes, sobre los que se pone el queso del lugar para que se derrita. Además, estos aparatos suelen venir acompañados de un grill para poner la carne o algunas verduritas sobre las que echaremos el queso derretido. Son muy fáciles de encontrar en cualquier gran superficie, además su precio no es muy elevado, pudiéndolas adquirir por un precio entorno a los 70€.

Los ingredientes tradicionales para la raclette son las patatas asadas o cocidas sin pelar, embutidos variados (bacón, jamón cocido…), carnes tiernas cortadas en tiras y pepinillos y cebollitas en vinagre que ayuden a facilitar la digestión.

Apartándonos un poco de la tradición podemos utilizar verduras a la plancha como espárragos trigueros, berenjena, calabacín, pimientos o tomates, carnes de cualquier tipo, siendo aconsejable que sea en tiras finas o en brochetas, y cómo no, unas patatas cocidas. Aunque el queso raclette sea el que haya dado nombre a este plato social nosotros os recomendamos cualquier queso que funda bien como el Nata de Cantabria o el tetilla gallego.

La fondue: una experiencia para compartir

Los suizos grandes expertos en quesos lo son también de platos con susodicho mangar, por eso como no podía ser de otra forma la fondue es un plato típico suizo. La fondue original se extendió a las regiones limítrofes como Francia e Italia por eso es habitual encontrar este plato de forma muy común en estos países.

Para su elaboración se puede hacer de la forma antigua en una pequeña olla de fondue-sxcbarro la cual recibe el nombre de caquelón pero, cómo no, su uso habitual ha hecho que podamos encontrar unos aparatos eléctricos que se denominan fondue y que al igual que la raclette podemos encontrar en cualquier gran hipermercado, además estas pueden utilizarse también para hacer fondue de chocolate.

Para su elaboración los comensales se sirven de unos pinchos metálicos con el que se introduce un trozo de pan o de carne en el queso, el cual se ha fundido en la fondue. Los quesos típicos que se suelen usar son el Gruyere y el Emmental, los cuales deben ser la base de la fondue pero podemos ser atrevidos y darle un toque de queso azul (Queso Picón Bejes-Tresviso, Cabrales…), un poco de queso de Nata de Cantabria, queso ahumado, Gorgonzola, etc pueden darle un toque suave y sutil. Lo importante es que se consiga una base cremosa de gruyere y emmental y se añada pequeñas cantidades de otros quesos.

Ingredientes (para 4 personas): calcular 100-200 grs de queso por comensal. Otros ingredientes son vino blanco (300cc), una pizca de pimienta blanca, nuez moscada, un diente de ajo y una cucharada de maicena o fécula de patata.

– Elaboración:

Cortar el diente de ajo por la mitad y untar con él las paredes del caquelón, se corta el queso en trozos y se introduce sobre este, añadimos el vino blanco y la maicena disuelta en un poco de vino, sazonamos con pimienta y la nuez moscada y dejar calentar a fuego medio. Es importante ir removiendo con un cucharón de madera hasta que vemos que el queso está completamente fundido. La maicena se añade para evitar que con el calor se separe el suero del queso (opcional). Un último consejo es tostar el pan unos minutos al horno para que queden crujientes y no se deshagan al mojar en el queso.

Así que ya sabéis, si queréis pasar un rato agradable y diferente con vuestros amigos animaros a hacer una raclette o fondue de queso, la barbacoa está muy bien, pero también hay una vida más allá, llena de sorpresas y suculentas experiencias, animaros.

Fotos (cc): Benjamin Jopen / Bojc

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